Fotos de Arturo Corona M. |
Símbolo de
buena vecindad entre Canadá, Estados Unidos y México es este personaje que
apenas pesa un gramo y tiene la fortaleza para iniciar un largo viaje al final
del verano. Cubre una distancia de 4 mil kilómetros, desde los bosques de las Montañas
Rocallosas de Canadá hasta los bosques de oyamel de los estados de México y de Michoacán,
en 33 días. Con un movimiento de sus alas de 300 a 400 veces por minuto, es una
de las migraciones de vida silvestre más asombrosas del mundo.
Con estos datos
el lector seguramente ya identificó a quien me refiero: a la mariposa Monarca, un personaje de tonalidades
amarillas, naranja con negro y blanco
que durante los meses de noviembre a marzo llega a México para hibernar, reproducirse
y volver a los bosques de Canadá en la primavera. A diferencia de otras
especies, las Monarca pueden vivir hasta nueve meses.
Su llegada a
los bosques de pino y oyamel en los estados de México y Michoacán es bien
recibida en los santuarios que se han reservado especialmente para ellas. Este
año la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas en coordinación con el Fondo
Mundial para la Naturaleza el WWF por sus siglas en inglés, anunciaron que la
superficie ocupada por la mariposa Monarca llegó a 4.01 hectáreas, tres veces
más de lo registrado la temporada pasada, lo que sin duda es muy buena noticia,
especialmente para los ejidatarios que durante cuatro meses viven de guiar a
los turistas que visitan los santuarios y de conservar en buenas condiciones
los ejidos donde se refugian las Monarcas.
Se agrupan a
tres mil metros sobre el nivel del mar, a una temperatura fresca para no gastar
energía y poder regresar. Las nubes y la neblina les proporcionan el agua y la
humedad necesarias y los árboles las protegen de lluvia, granizo y nieve.Según datos
oficiales, las mariposas Monarca se establecieron este año en nueve colonias:
cuatro en Michoacán y cinco en el estado de México. El ejido El Rosario fue la
colonia con mayor superficie ocupada con 1.09 hectáreas, seguida por Cerro
Prieto con 0.89 hectáreas; la más pequeña fue el ejido El Capulín en el estado
de México, con 0.13 hectáreas.
A tan sólo 20
minutos de Valle de Bravo, se encuentra el santuario conocido como Piedra
Herrada, en el ejido de San Mateo Almomoloa, en el Municipio de Temascaltepec,
estado de México. Es uno de los bosques favoritos de las Monarca en su período
de hibernación en México. Para los habitantes
de la Ciudad de México el santuario de Piedra Herrada es uno de los más
accesibles por su cercanía. Se localiza a tan sólo 130 kilómetros, un recorrido
de menos de dos horas. Al llegar al santuario el cual nos recibe con un amplio
estacionamiento lleno de autobuses de turistas extranjeros y nacionales, restaurantes,
baños, puestos de artesanías, y lo más importante un centro educativo dirigido
a niños y jóvenes para inculcarles el respeto por la naturaleza. Luego de esta
entrada, uno no se imagina lo que encontrará unos pasos más adelante.
El boleto para
poder subir hasta el santuario es de 50 pesos por persona e incluye el guía que
nos llevará a la cima. Los propios ejidatarios hacen el trabajo y alquilan
caballos que por 200 pesos ayudan a aquellos que buscan subir con un menor
esfuerzo. El recorrido es largo, cerca de dos horas de subida y otras tantos para
bajar. El recorrido
inicia por un sendero bien trazado con piso de piedra, barandal de madera y
junto un camino de tierra para los caballos. Pero más adelante el camino se
termina y comienza el sendero de tierra, que a veces se torna resbaloso y un
tanto difícil, especialmente para personas mayores. Durante el ascenso no se ve
una sola mariposa, lo que desanima a más de uno que espera ver el bosque lleno
de estos insectos, pero no se desilusione la recompensa llegará más tarde al
final de la larga caminata.
Al llegar a la
cima, uno ve con sorpresa y admiración los enormes racimos de mariposas que
cuelgan de las ramas de los árboles y al salir el sol algunas revolotean y se
posan en la vegetación. En ese momento uno se olvida de todo el cansancio y
esfuerzo, finalmente: estamos ante uno de los más maravillosos y
sorprendentes fenómenos de la naturaleza.
Con tristeza, se
aprecia entre la vegetación, centenares de mariposas muertas que seguramente
habían llegado ya al final de su ciclo de vida natural de nueve meses.
Una vez que se
llega al corazón del santuario, los guías piden guardar silencio, y cumplir al
pie de la letra con las indicaciones. El camino lleva a un circuito como en un museo,
se entra por un lado y se sale por el otro extremo.
Uno no se
explica como un pequeño insecto de un gramo y con alas de tan solo once
centímetros, tenga la fuerza y la resistencia para cubrir los cuatro mil
kilómetros que separan los bosques de Canadá de los de México. Algunas no lo logran,
pero muchas si consiguen regresar a Canadá a finales del mes de marzo
acompañadas de sus crías.
El día que yo
fui, el sábado 27 de febrero, estaba nublado y llovía, incluso en pleno
descenso granizó. El guía nos explicó que en estas condiciones las Monarca
tienden a agruparse en racimos, muy parecidos a los de las uvas, para resguardarse
y protegerse.
La experiencia
es única.
No hay nada como poder apreciar de cerca esta migración asombrosa en
su hábitat natural, la experiencia es muy recomendable, no te la puedes perder.
Datos de cómo
llegar: http://mariposamonarca.semarnat.gob.mx/santuarios.html
Excelente, seguramente es una experiencia inolvidable.
ResponderEliminarLástima que muchos visitantes "Turistén" en lugar de ayudar a preservar este patrimonio.
ResponderEliminarAtentamente
Connie Urena Cuellar
Disculpa ¿cuándo fuiste al santuario? voy mañana y creqo eu las heladas y la nive afectó un poco.
ResponderEliminarAtentamente
Rafael Arreola
Estimado Rafael, gracias por la pregunta, reportan autoridades del medio ambiente reportan que afortunadamente las mariposas no resintieron el mal tiempo.