Foto: Milenio |
Tras el debate de los candidatos a la gubernatura del Estado de México uno puede
imaginar lo que viene el año que entra entre los candidatos a la Presidencia.
Hay varias lecciones que aprender de este proceso.
Primero el formato del debate debe de cambiar por una
más directo, más flexible. Los partidos políticos han conseguido hacerlo
rígido, aburrido y que no muestra en realidad quienes son los que pretenden
gobernarnos y como debaten sus ideas, el poco tiempo asignado a cada uno se pierde
en golpes y acusaciones y son muchos. Aquí es donde se admira a los países que tienen una
segunda vuelta y el ganador es el que logra el 50 por ciento más uno de los
votos. El verdadero debate entre los candidatos a gobernar el bastión del PRI
es entre cuatro: PAN, PRI, PRD, Morena y
de ahí a dos que son PRI y Morena, los demás candidatos son de relleno, comparsas
y sólo restar votos al tricolor.
Foto. Aristegui Noticias |
Segundo hemos visto primero en los Estados Unidos,
después en Francia que la gente tiene ya un hartazgo contra los partidos
tradicionales y los políticos de la vieja escuela que repiten sus desgastados
discursos pletóricos de promesas de reducir la delincuencia, luchar contra los
corruptos, mejorar el transporte, lograr el desarrollo sustentable, bajar la
corrupción. Las promesas van desde crear un millón de empleos, regalar a cada
vivienda un calentador solar, construir más Metro, Mexibus, más teleférico, bajar
la delincuencia, subir salarios, terminar con la corrupción y al llegar al
poder se dan cuenta que lo ofrecido muchas veces no puede cumplirse por
infinidad de causas y el electorado ya no compra fácilmente las promesas de
campaña y exigen claridad, metas cuantificables.
Tercero, el llamado voto duro que es aquel que tiene
seguro el partido por generarse en sus bases de militantes que a pesar del
candidato siempre votan por un partido en particular, ya no es tan seguro y
suele no inclinar la balanza como se vio en el 2000 cuando ganó Vicente Fox, un buen candidato que fue muy mal presidente pero que permeó entre la población
que quería ver un cambio de estafeta por un partido diferente y el voto duro no pesó.
Cuarto, en Francia el electorado se olvidó de los
partidos tradicionales y votó por el nuevo partido “En marcha” del europeísta y
liberal Manuel Macron. Él se impuso a
Marine Le Pen que ofrecía un gobierno populista de extrema derecha y
antieuropeo, los franceses dijeron no y Macron
obtuvo una ventaja de más de 30 puntos. ¿Será el caso de Morena?
Y por último yo cambiaba de maquillista en los debates del
Estado de México. Recordamos como hace seis años se les pasó la mano con el rubor de
Eruviel Ávila, hoy todos se veían sobre maquillados. Si pudiera darles un
consejo a los candidatos, les diría lleven su propio maquillista.
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