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Terminó el suspenso y comienza la Era Trump con el gobierno
para el pueblo y la tarea de “Hacer a América grande de nuevo” por si no lo
fuera. Y digo terminó el suspenso porque ahora las promesas de campaña de
construir el muro, renegociar el TLC, expulsar a los indocumentados se vuelven
proyectos concretos. En sus primeras acciones están reforzar la seguridad en la
frontera con México, leyes sobre migración ilegal, terminar con las ciudades
santuario, abrir la renegociación del Tratado de Libre Comercio y si México y
Canadá no quieren renegociarlo simplemente se cancela. El anuncio de la Casa
Blanca dice que “Sí nuestros socios se rehúsan a una negociación que genere un
acuerdo equitativo para los trabajadores estadounidenses, entonces el
presidente avisará la intención de los Estados Unidos de romper el TLCAN”. El
documento establece en uno de sus artículos que deberá notificar a las demás su
intención y luego se abrirá un período de 180 días unos seis meses para nuevas
negociaciones. Si no se llega a un acuerdo, el tratado queda disuelto.
El gobierno de México anunció que en los próximos días Luis
Videgaray el secretario de Relaciones Exteriores e Ildefonso Guajardo de Economía
se reunirán con el equipo cercano de Donald Trump, tal vez con Wilbur Ross, el
designado Secretario de Comercio de los Estados Unidos una vez ratificado.
Aunque no se informan los temas a tratar, es evidente que el TLCAN, los
indocumentados y el muro, son los temas.
En los 22 años del tratado la industria nacional fue reducida
a una mínima expresión a favor de maquilar automóviles, televisores, vender
productos del campo y nada más. El atractivo de las grandes plantas productoras
de autos fue aprovechar la mano de obra calificada y con un salario 20 por
ciento menor al que se paga a un obrero en Michigan. Si el TLCAN se va a
renegociar es el momento de que transitemos de un país maquilador con mano de
obra barata a un productor con un fuerte consumo interno de bienes nacionales aunque
en las condiciones en las que llega Trump a la Casa Blanca y la debilidad del
actual gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto hace la renegociación con
mejores condiciones para México algo distante.
Escuchando el discurso de 16 minutos del empresario llegado a
Presidente, el único caso que no es un político o un general, fue un texto
nacionalista, inflado de patriotismo y populista en el sentido de ofrecer
devolver el poder a las masas populares frente a las élites, que en la boca de
Donald Trump parece como un balazo en el pie. Devolver la “riqueza arrebatada a
la clase media, dijo Trump. No hay que olvidar que los Estados Unidos se
dividió entre Demócratas y Republicanos en este raro sistema electoral que gana
no el que obtiene el mayor número de votos sino el que suma la mayor cantidad
de votos electorales.
Para cerrar el discurso de toma de protesta, el Presidente
Trump ofreció devolver el orgullo, la riqueza y la seguridad a los
estadounidenses.
Inicia la era Trump
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