Escuché con atención el mensaje del tercer informe de gobierno, y no pude evitar retroceder en tiempo a los sexenios de José López Portillo, cuando el 1 de septiembre era el “Día del Presidente”. El Primer Mandatario salía de Palacio Nacional en coche descubierto, escoltado por cadetes del Colegio Militar montados a caballo. Caían toneladas de papelitos tricolores, no faltaba la señora que se acercaba al auto presidencial y le entregaba un ramo de flores y una carta al presidente. Ya en la Cámara de los Diputados, en la calle de Donceles, tomaba control de los micrófonos y hablaba durante horas de los logros de su gobierno. El discurso era interrumpido infinidad de veces. Al final el presidente regresaba a Palacio y ahí era la ceremonia del “besamanos”, momento en que los invitados pasaban a saludar y abrazar al primer mandatario para felicitarlo. 



Hoy 35 años después recordé todo esto porque fue una ceremonia similar, si bien faltaron los cadetes, el papel tricolor, el auto descubierto, pero lo demás si estuvo hoy. El Presidente subió en periscope el momento en que se coloca la banda presidencial, pero algo no se ensayó y la banda tuvo que ser sujetada para que no resbalara del hombro presidencial. Esto fue suficiente para que en las redes sociales se dijera que la banda le quedaba grande.
Luego el discurso en Palacio Nacional, donde las crónicas citaban en más de dos mil el número de invitados, pero los agentes de seguridad eran más que los que llegaban trajeados y con invitación bajo el brazo. 

Dos mil invitados

Un discurso de dos horas, mientras el presidente daba cifras y logros, se ilustraba con videos afines, algo que se hacía desde tiempos de Adolfo López Mateos en los años sesenta. Importantes cosas dijo el presidente, pero se diluyen con la extensión del discurso. La atención se pierde.
  
El presidente inicio su discurso hablando de los temas que más le han pegado a su mandato en el último año, mencionó a los 43 estudiantes de Ayotzinapa, que este mes cumplen un año desaparecidos, la fuga de Joaquín “El Chapo” Guzmán el mes de julio, la corrupción y la debilidad del estado de derecho y reconoció que esto molesta.

La preocupación
 Un aspecto de este discurso que hay que guardar en un cajón,  es el que dice que no habrá nuevos impuestos ni IVA a medicinas y alimentos, no se contraerá más deuda para cubrir la baja de los ingresos y de los precios del petróleo. ¿Qué hacer ante la caída de ingresos?, “recortar el gasto y apretarse el cinturón”, dijo el presidente. Grandes retos, ante la baja de los precios del petróleo, el dólar caro. 

“Entramos a esta segunda mitad con muchas ganas y más fuerza” dijo el Presidente y así terminó su discurso que duró dos horas exactas, ante más de dos mil invitados que aplaudieron cuando se mencionó las tareas cumplidas del ejército y la marina en auxilio de la población. 

La Reforma Educativa va
 
También fuerte aplauso cuando se refirió a la Reforma Educativa y el caso Oaxaca, la recuperación de la rectoría de la educación y otro aplauso a la tarea y profesionalización de los maestros. El Presidente dijo “no habrá un paso atrás” en la reforma educativa y arrancó el aplauso. 

Ahora hay que analizar con cuidado lo dicho en el discurso. Me llamó la atención el dato de que los ingresos petroleros hoy representan sólo el 18.6 por ciento de los ingresos públicos totales, menos de la mitad del 39,4 por ciento que se reportó en el 2012. Esta diferencia ¿no será por la caída de los precios del crudo que hace poco más de un año estaba en 100 dólares el barril, hoy en 40 dólares?



Hoy el Banco de México subastó un nuevo máximo de 400 millones de dólares, para mantener al dólar en 17.17 pesos. Así este uno de septiembre. 

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