Por Arturo Corona M.
Hace exactamente cuatro años se daba el jaloneo para saber quién había ganado las elecciones presidenciales. Andrés Manuel López Obrador se alzaba como el ganador del proceso, Felipe Calderón decía que las tendencias le favorecían mientras el Instituto Federal Electoral ante un dubitativo Luis Carlos Ugalde no atinaba a dar a un claro ganador. Vino el plantón de Reforma, amanecimos con tres presidentes, uno de salida, el legítimo y el constitucional. Finalmente, el 1 de diciembre del 2006 un Vicente Fox un tanto sorprendido, entregó la banda presidencial a un Felipe Calderón que de pronto apareció en la tribuna central del Congreso, levantó la mano y juró hacer guardar la Constitución y las leyes que de ella emanen. Vino luego el proceso de legitimar su mandato; una salida fue arroparse en las fuerzas armadas, vestirse de militar y declarar de manera unilateral, sin consultar a nadie, una guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado.
Las fallas
La policía no estaba bien preparada, muchos de sus elementos habían cruzado la línea y estaban en las filas del narcotráfico, las fuerzas federales daban el paso para convertirse en un contingente adiestrado y preparado para enfrentar lo que venía, pero aún no lo estaba. El Ejército primero y la Marina después, carecían de la técnica para luchar en las calles contra un enemigo esquivo y sanguinario, bien armado con mucho dinero para comprar funcionarios, policías, políticos. Las labores de inteligencia, parte primordial para pelear contra este nuevo mal, era incipiente. Además se apostó todo por una respuesta armada, sin tomar en cuenta una batalla contra las adicciones, contra el lavado de dinero, el apoyo a comunidades pobres, la creación de programas especializados en el rescate de jóvenes adictos, en dar oportunidades para salir de la pobreza.
En desventaja
No hubo una convocatoria a todos los mexicanos, como la hace ahora, el Presidente Felipe Calderón, a luchar juntos contra este mal, una invitación a proponer soluciones. Nadie le ha entrado en serio a un estudio sobre la viabilidad de legalizar el consumo de mariguana. La autoridad hacendaria apenas hoy da los pasos para enfrentar el lavado de dinero con un retraso de cuatro años. Toda la estrategia se enfocó a sacar al Ejército a las calles, táctica que hoy ha tenido un éxito parcial en el combate a los cárteles y eso no es porque las fuerzas armadas no tengan la capacidad , sino que no estaban entrenadas para enfrentar a este enemigo. El presidente Flipe Calderón adelantó que sería una guerra larga que causaría bajas civiles, pero nadie imaginó que pudiera costar hoy 25 mil muertes, 6 mil tan solo este año, muchas de ellas jóvenes estudiantes universitarios, niños acribillados en retenes, familias exterminadas, pero el precio de sus vidas se tasa como “bajas colaterales”.
En resumidas cuentas, la guerra contra el narcotráfico se ha salido de control y preocupa a todos, le pega a las inversiones, al turismo, a la vida económica. 25 mil muertos este sexenio, son más que en cualquier país en guerra. Hoy a diez años de que Vicente Fox ofreció un cambio y pudo sacar al PRI de los Pinos, el tricolor parece estar listo para regresar. Este fin de semana veremos de qué color se tiñe el país, pero lo que sí es evidente es que el azul que nos ha acompañado estos diez años, esta deslavado, gastado y no se ve quien lo pueda rescatar.
Hace exactamente cuatro años se daba el jaloneo para saber quién había ganado las elecciones presidenciales. Andrés Manuel López Obrador se alzaba como el ganador del proceso, Felipe Calderón decía que las tendencias le favorecían mientras el Instituto Federal Electoral ante un dubitativo Luis Carlos Ugalde no atinaba a dar a un claro ganador. Vino el plantón de Reforma, amanecimos con tres presidentes, uno de salida, el legítimo y el constitucional. Finalmente, el 1 de diciembre del 2006 un Vicente Fox un tanto sorprendido, entregó la banda presidencial a un Felipe Calderón que de pronto apareció en la tribuna central del Congreso, levantó la mano y juró hacer guardar la Constitución y las leyes que de ella emanen. Vino luego el proceso de legitimar su mandato; una salida fue arroparse en las fuerzas armadas, vestirse de militar y declarar de manera unilateral, sin consultar a nadie, una guerra contra el narcotráfico y el crimen organizado.
Las fallas
La policía no estaba bien preparada, muchos de sus elementos habían cruzado la línea y estaban en las filas del narcotráfico, las fuerzas federales daban el paso para convertirse en un contingente adiestrado y preparado para enfrentar lo que venía, pero aún no lo estaba. El Ejército primero y la Marina después, carecían de la técnica para luchar en las calles contra un enemigo esquivo y sanguinario, bien armado con mucho dinero para comprar funcionarios, policías, políticos. Las labores de inteligencia, parte primordial para pelear contra este nuevo mal, era incipiente. Además se apostó todo por una respuesta armada, sin tomar en cuenta una batalla contra las adicciones, contra el lavado de dinero, el apoyo a comunidades pobres, la creación de programas especializados en el rescate de jóvenes adictos, en dar oportunidades para salir de la pobreza.
En desventaja
No hubo una convocatoria a todos los mexicanos, como la hace ahora, el Presidente Felipe Calderón, a luchar juntos contra este mal, una invitación a proponer soluciones. Nadie le ha entrado en serio a un estudio sobre la viabilidad de legalizar el consumo de mariguana. La autoridad hacendaria apenas hoy da los pasos para enfrentar el lavado de dinero con un retraso de cuatro años. Toda la estrategia se enfocó a sacar al Ejército a las calles, táctica que hoy ha tenido un éxito parcial en el combate a los cárteles y eso no es porque las fuerzas armadas no tengan la capacidad , sino que no estaban entrenadas para enfrentar a este enemigo. El presidente Flipe Calderón adelantó que sería una guerra larga que causaría bajas civiles, pero nadie imaginó que pudiera costar hoy 25 mil muertes, 6 mil tan solo este año, muchas de ellas jóvenes estudiantes universitarios, niños acribillados en retenes, familias exterminadas, pero el precio de sus vidas se tasa como “bajas colaterales”.
En resumidas cuentas, la guerra contra el narcotráfico se ha salido de control y preocupa a todos, le pega a las inversiones, al turismo, a la vida económica. 25 mil muertos este sexenio, son más que en cualquier país en guerra. Hoy a diez años de que Vicente Fox ofreció un cambio y pudo sacar al PRI de los Pinos, el tricolor parece estar listo para regresar. Este fin de semana veremos de qué color se tiñe el país, pero lo que sí es evidente es que el azul que nos ha acompañado estos diez años, esta deslavado, gastado y no se ve quien lo pueda rescatar.
Mi querido Arturo,
ResponderEliminarsin duda: "Words of wisdom"
Arturo:
ResponderEliminarQué difícil se han puesto las cosas en México. Me duele mucho porque no nos lo merecemos.
Bien por el blog!
Patricia Alvarado
Madrid, España