Texto y fotos
Arturo Corona M.


A 65 años de su inauguración, es evidente el paso del tiempo en la Plaza de Toros México, sitio que se anuncia como la de más capacidad, 41 mil personas sentadas aunque no de una manera muy cómoda. La construcción es vieja, se ve que los empresarios no le meten un peso de mantenimiento más que una mano de pintura por acá, otra por allá. Su falta de seguridad, sin estacionamiento más que para unos cuantos coches, baños dignos de una gasolinera en un camino de terracería, reventa, comercio informal, corrupción entre empresarios, ganaderos, sindicato de matadores, autoridad del DF, así se vive la llamada “fiesta del toreo”.

El domingo 20 de febrero se anunció un cartel que de atractivo tenía la figura del rejoneador navarro Pablo Hermoso de Mendoza, sin duda el mejor exponente del toreo a caballo actual. Alternó con Rodolfo Rodríguez “El Pana”, (pana porque era pandero de oficio), un controvertido matador por su manera poco ortodoxa de torerar. Con 59 años a cuestas, “el Pana” se retiró hace cuatro años, pero el público le pidió seguir y así lo hace desde entonces. El tercer espada, un joven michoacano con la mitad de años del “Pana”, de nombre José Antonio López Gutiérrez, ese fue el cartel con cuatro toros de la ganadería de Malpaso, dos de Los Encinos.


Pablo Hermoso De Mendoza hizo gala de su dominio sobre sus caballos, tiene una cuadra de varios ejemplares magníficos que se lucieron la tarde del domingo. Los movimientos, los quiebres, el manejo sin manos del caballo al momento de poner banderillas arrancó los aplausos del público. Sin embargo en su segundo ejemplar no tuvo suerte a matar, o más bien debo decir el toro no fue agraciado y tuvo una muerte lenta, dos estoques.



El segundo toro de la tarde de nombre "Catarino", de 495 kilos, fue un ejemplo de crueldad. "Catarino" un animal bien presentado, con brío y fuerza, le correspondía al “Pana”, pero éste nunca lo toreó. No le dio un pase, un quite, lo miraba a la distancia, protegido tras el ruedo. Sus subalternos estrellaron al toro contra el burladero, causando que el toro perdiera el cuerno izquierdo.


Al no poder lidiarle en estas condiciones, se intentó devolverle a los corrales, pero el animal se negaba a hacerlo. Salieron vaquillas para rodearle y llevarlo a los toriles, pero todo resultó infructuoso. El toro sangrando ante la pérdida del cuerno, seguía en la arena, como resignado a morir. Fue cuando el Juez de Plaza ordenó darle muerte. Un segundo alternante, conocido como el "torero sobresliente" fue el encargado de darle un par de pases y enfilar a matarlo, pero con tan mala suerte para el toro que pinchó varias veces. La gente se molestó por la falta de entrega del "Pana".


Los críticos del toreo tienen razón al afirmar que es una práctica cruel. El 99 por ciento de los matadores falla al momento de enterrar la espada que mide unos 88 centímetros y debe ser introducida por la espalda para seccionar la espina dorsal y atravesar la aorta. El toro llega disminuido luego de ser picado con una puya de 15 centímetros en la parte superior del cuello, evitando así que pueda levantar la cabeza por el desgarre de músculos y la pérdida de sangre. Luego se le ensartan tres pares de banderillas que no son otra cosa que arpones. Además hay una serie de mañas que hacen que un toro se encuentre disminuido al momento de la lidia. Encierro de varios días de pie, sin comida ni agua, “afeitado” de los cuernos para disminuir el riesgo de cornadas, así llega un toro al ruedo.

Durante esta temporada que está por terminar, luego de 20 corridas, se han presentado una serie de irregularidades, toros jóvenes que son regresados por su corta edad, animales de 600 kilos que caen a la arena ante la debilidad de sus patas.

Así las cosas se vive la fiesta del toreo, una tradición que cada día tiene menos adeptos, en Cataluña el parlamento autónomo prohibió las corridas de toros en la comunidad por el maltrato a los animales.

La fiesta del toreo, una tradición que como el cigarro, cada día se prohibe en más lugares.





4 comentarios :

  1. ¿llegará a prohibirse aquí? mientras más gente comprenda la crueldad y se una a la lucha por la liberación animal, se logrará, pero no será pronto

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  2. Definitivamente es una pena, por una parte la fiesta del toreo con toda su tradición, la pasión que logró y todavía logra generar a los aficionados y toda su historia, y por otra parte la realidad... una función que es cruel, salvaje, en la que todos los asistentes se ponen de pie y aplauden cuando el torero, los rejoneadores o banderilleros lastiman de la forma adecuada al toro hasta que lo matan concluyendo la odisea con un toro sangrante al que arrastran mientras todos gratifican al torero que muy satisfecho da la vuelta al ruedo. ¡Que cosa! Es algo que duele. Duele disfrutarlo, duele que lo hagan, duele tener emociones encontradas; pero definitivamente creo que la tendencia a prohibir esa salvajada disfrutable es la más acertada. Ya no estamos para divertirnos con el sufrimiento de nadie, aunque sea un toro salvaje.

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  3. Mi querido Arturo,
    Te comento que aunque yo coincido contigo en que la llamada fiesta brava es un espectàculo brutal y poco respetuoso de los toros, te confieso un poco de pena que a mi me gusta. Mi abuelo era un gran aficionado y me enseñò muchas cosas de esta poco civilizada fiesta. Ni hablar del peluquìn.

    Jorge
    Roma, Italia

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  4. Cuánta razón con tus observaciones de la fiesta brava en México. Yo que fui taurino de corazón toda mi vida, tradición heredada de mi padre y de una novia, tuve a bien de que "se me saliera el toro" a causa de las pésimas corridas que ofreció la Plaza México, durante varios lustros. Largas temporadas de ver a los mismos y aburridos toreros mexicanos (En España la fiesta es otra cosa, sin querer ser malinchista, pero éste es otro tema), toreando toros mansos. Fiesta "brava" que más bien era circo sanguinario y cruel, por la falta de arte y por la falta de destreza al ejecutar tanto volapie fallido.
    Saludos,
    AC

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